Según el CIS, el principal tema de conversación de los españoles cuando se van de cañas es el trabajo. Por pura estadística (y no porque me vaya de cañas a menudo), al mencionar a qué me dedico en estas reuniones sociales me encuentro con más de un gesto de extrañeza: “¿redactora… de qué?”. Es lógico que las personas ajenas al mundillo del Marketing Digital desconozcan qué hace una redactora de contenidos web, por eso he pensado que puede ser una buena idea explicar en Ceros & Unos en qué consiste mi trabajo en Onion Studio.
Allá donde haya un Lorem ipsum, habrá un redactor de contenidos
En el proceso de creación y desarrollo de una web, mi tarea es la última de la cadena. Los proyectos me llegan cuando el site está listo y reluciente, pero lleno de bloques de texto en los que hay que sustituir el Lorem ipsum por contenido real. Para ello es imprescindible contactar antes con el cliente para que nos hable sobre su actividad comercial, la filosofía de su empresa, su historia o cualquier dato que aporte valor y singularidad a los textos.
Personalmente, creo que resulta más productivo concertar una reunión presencial o, al menos, telefónica para que nos cuenten toda esta información. Es la mejor manera de conectar con el cliente y saber qué quiere contar exactamente y, sobre todo, cómo quiere que se haga. A veces, estas reuniones no son posibles y contar con un dossier que el cliente nos haya enviado previamente con información sobre sus servicios o productos e información corporativa, es de verdadera ayuda.
Una vez que tenemos toda esta información hay que pasar a la fase de investigación. Cada proyecto exige un tono y un lenguaje diferente. Para acertar con ello hay que conocer muy bien a qué público nos vamos a dirigir y qué otras webs con servicios similares consume este target. Lo normal es probar cosas diferentes y ver cómo funcionan antes de elegir el estilo de texto definitivo.
Con todos los deberes hechos, es momento de ponerse a escribir. Lo que mejor funciona para mí es seguir el esqueleto de la web e ir rellenando los bloques en orden y con coherencia, pasando de una página a otra. De esta manera, al mismo tiempo que voy redactando, puedo interiorizar lo que ofrece el cliente y lo que se propone transmitir, esto será de gran ayuda una vez que pasemos a la segunda fase: el blog.
Escribir blogs de temáticas diametralmente diferentes: toda una experiencia
La mayoría de los proyectos en los que estoy involucrada incluyen la gestión de un blog. Escribir artículos periódicamente es muy diferente de escribir textos para landing pages, campañas de Mailchimp o textos corporativos. Esto implica no sólo tener varios registros en los que ajustar el vocabulario y el estilo, supone, además, tener la capacidad de adaptarse a cualquier temática. Como redactora de contenidos he tenido que escribir sobre temas tan dispares como camperización de furgonetas, jamón ibérico o cine francés, por citar sólo unos ejemplos.
Cada cliente viene de un sector diferente y es imposible saber de todo. Pero, precisamente, para suplir la ignorancia sobre muchos temas, al final pones todos tus esfuerzos en la investigación, en aprender y en asimilar la información hasta tal punto que puedas transmitirla por escrito ofreciendo artículos elaborados, veraces y originales. Por supuesto, esta tarea previa a la redacción lleva unas cuantas horas. Hay que leer muchos otros artículos, documentarse con libros, podcasts, prensa, estudios, documentos oficiales… pero con el tiempo se aprende a seleccionar tanto las fuentes como la información de manera más rápida y acertada.
Me gustan muchas cosas de mi trabajo, pero tener la oportunidad de aprender continuamente sobre temas que jamás pensé que tocaría, es lo que más valoro de todo y de lo que extraigo un mayor beneficio personal.
Mucho más que palabras (también hay números)
No todo es leer y escribir, gran parte de mi trabajo diario tiene que ver con el SEO. Hoy por hoy, posicionar una página web sin una estrategia previa en este ámbito y un seguimiento continuo posterior es prácticamente imposible. Como redactora de contenidos web tuve que aprender en qué consistía el SEO y todos sus conceptos; tuve que aprender a hacer investigaciones de palabra clave, a utilizar plugins como Yoast y a interpretar datos en métrica web.
Los números nunca fueron lo mío y recuerdo la pereza que me daba la case de estadística en el instituto. Quizá si hubiese sabido por aquel entonces que necesitaría comprenderla para llevar a cabo mi trabajo hoy, habría prestado más atención en el aula. La métrica web es vital para llevar un seguimiento de los proyectos y de la estrategia SEO y en mi rutina diaria entran herramientas como Analytics, Search Console o SEO Quake, entre otras. Números y datos que indican cómo están funcionado tus contenidos y tus estrategias. Qué puntos fuertes mantener, a qué puntos débiles darles un empujón. Al final son estos resultados los que dicen al cliente si mi trabajo –y su inversión- están siendo rentables.
Con el SEO también tengo que estudiar y documentarme frecuentemente. La del posicionamiento web es una corriente que no deja de actualizarse. Cambia constantemente, una no puede relajarse: lo que hace tres meses funcionaba, hoy ha dejado de hacerlo y hay que volver a reinventarse. Estos cambios los dicta el algoritmo de Google y los consultores tenemos que saber interpretar estos datos y adaptar nuestro trabajo a ellos.
Suena agotador, ¿verdad? No pasa nada: hay café
Desde que trabajo como redactora de contenido digital no he dejado de aprender ni un solo día. Cada jornada es diferente a la anterior, cada proyecto, también. Este dinamismo y necesidad de estar siempre actualizada terminan por convertirse en una inyección de vitalidad que engancha.
Bien es cierto que en algunas ocasiones (y como sucede con todos los trabajos) se llegan a alcanzar algunos picos de estrés o hay tareas que se complican. Pero hasta en estas circunstancias no pierdo de vista que me gusta lo que hago y, sobre todo, que de los marrones también se aprende.
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